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Encajeras de bolillos/antonio regalado

UNA TERAPIA CONTRA

EL ESTRÉS Y EL ALHZEIMER.

POR ANTONIO REGALADO

“Encaje de bolillos” es hacer una labor difícil y delicada. Un oficio casi exclusivo de mujeres aunque para paliar el estrés la practican también, recientemente, algunos hombres. El encaje de bolillos es una técnica textil consistente en entretejer hilos que inicialmente están enrollados en bobinas, llamadas bolillos, para manejarlos mejor. A medida que progresa el trabajo, el tejido se sujeta mediante alfileres clavados en una almohadilla, que se llama «mundillo». El lugar de los alfileres normalmente viene determinado por un patrón de agujeritos en la almohadilla. Tradicionalmente se hacía con seda, lana y algodón. También con hilos de metales preciosos. Hoy, se utilizan fibras sintéticas. Los elementos de diseño se pueden realizar en forma de redes, trenzas, puntillas, cuadros… el límite sigue siendo el talento de las “encajeras”

Conviene recordar que la palabra «encaje» como tal no hace su aparición hasta la primera mitad del siglo XVI, viniendo a significar «una labor tramada, encajada entre dos telas». Primero se utilizaron las agujas, luego los bolillos.

Origen

El apogeo del bordado tuvo lugar entre 1500 y 1700 antes de que las máquinas bordadoras automáticas estuvieran disponibles a principios del siglo XIX.. Todo apunta a que su origen proviene de las culturas de oriente, si bien, en Europa, comienza su desarrollo en Venecia. El bordado empieza siendo un hobby aunque poco a poco en Inglaterra, Francia y Bélgica se forje una industria potente que sirva prendas finas y delicadas a la nobleza. Pero poco a poco la técnica se populariza y se extiende por todo el orbe, desde Rusia a Estados Unidos. En España, son famosos los encajes de Almagro, Ciudad Real, que cuenta con un museo permanente.. Pero este oficio ligado a la amistad de las vecinas, ha formado parte del paisaje nacional hasta bien entrados los años sesenta del pasado siglo.

Variedades

Existen más de 20 estilos diferentes de “hacer encaje de bolillos”. He aquí los más conocidos:

Honiton – una variedad inglesa muy delicada, con muchas flores.

Torchon – muy conocida por sus hermosas redecillas a menudo geométricas.

Cluny – muy ligero y delicado, con flores, trenzas y puntillas (lazos de hilo muy pequeños).

Bedfordshire (beds) – tiene líneas que hacen olas y puntillas (para dificultar la copia por máquinas). Utilizado en sábanas.

Encaje de Buckinghamshire punto Bucks – muy «entrelazado» con redes de hexágonos característicos y a menudo con hilos «cojos» (un hilo más grueso.

El encaje de Binche se trabaja con almohadas planas, bolillos finos y pequeños, hilos muchos más finos que los del encaje popular español, y los alfileres son más finos.

Los estilos van interrelacionados con la forma de realizar los puntos: El punto de Alençon, (Francia) se distingue en dar más precisión y naturalidad al dibujo.

El punto de Flandes floreció en Malinas. Se distingue por sus mallas de orificios redondos o hexagonales y por sus flores y hojas naturales que se bordean con un hilo más grueso pero sin relieves.

Punto Colbert., nombre de un ministro francés apasionado de estos trabajos textiles, se caracteriza por el gran relieve de sus dibujos y el punto de Bruselas tiene la finura del hilo que procede de un lino especial y la tendencia a la naturalidad en las figuras y motivos vegetales.

Ruso: perfección de trenzados con hilo continuo.

Encuentros en junio

Los certámenes para potenciar los encajes de bolillos –hay más de 20 formas diferentes de denominar a los palillos que permiten entretejer y confeccionar las manufacturas textiles- se han multiplicado en los últimos años y proliferen por toda España de norte a sur. Junio es el mes más propicio para estas convocatorias. Así, en la prensa hemos podido seguir el XI Encuentro de Encajeras en Quintanar de la Orden (Toledo), la V Edición de Encajeras de Bolillo en Parla (Madrid. Y en este mismo sentido, se han celebrado concursos en Simancas (Valladolid), Torres (Jaén), San Fulgencio (Alicante), Valderas (León), Real Sitio de san Ildefonso (Segovia), Camposancos y Tui (Pontevedra), Montalbo (Cuenca) y el VII Encuentro de Bolillo, Flecos, Bordado y Mantilla en Huétor Vega (Granada).

Pero, sin duda, el más famoso de los encuentros es el Certamen Nacional que se celebra cada año en Ciudad Real, organizado por la Asociación Rosa del Azafrán. Allí han acudido mujeres (y hombres) expertos en el manejo de los bolillos. Más de 400 personas se dieron cita en la capital manchega llegadas de Cartagena, Munera, Benalmádena, Ronda y Granada. “En la tierra de don Quijote, no se mueven los hilos; se bailan”.

Los beneficios para la salud

“Hacer bolillos” es una terapia conveniente para matar el estrés. Según los expertos, a) esta afición del encaje requiere un gran nivel de concentración y agilidad mental. Por tanto, está recomendada su práctica tanto a a enfermos de Alzheimer como a adolescentes con hiperactividad.

b) También es muy apropiado como remedio al insomnio.

c) El mejor momento es después de la sobremesa.

d) Cuando se practica en grupo, aumenta la sociabilidad de las personas. Por tanto, favorece la vecindad.

e) Cuando se produce el silencio, el sonido del choque de los bolillos se escucha como un “elemento analgésico”, que suenan “como las olas del mar”. La calidez del sonido varía dependiendo del material de los bolillos –hueso, boj, pino, etc.), pero, eso sí, todos son “relajantes”.

f) los expertos aseguran que el “encaje” engancha como un videojuego porque se trata de una creación que se puede disfrutar a corto plazo.

“El encaje de bolillos es terapéutico, relaja, hace que te olvides de todo y encima creas cosas bonitas”, indicó Matilde González de Ulloa, presidenta de la asociación organizadora de este certamen nacional de Ciudad Real, que abogó “por cuidar la artesanía y procurar su conservación y su aprendizaje por parte de los jóvenes”. Una vida inolvidable, de artista; un oficio con demasiado pasado y con incierto futuro Nuestra propuesta es sencilla: Montar centros talleres que revivan y reverdezcan este espíritu del encaje de bolillos, una tarea difícil y delicada, hecha con la pasión de manos artesanas que sienta bien al cuerpo y al alma.