El pleno extraordinario que el Congreso ha celebrado en el Senado bajo el síndrome de la moción de censura certifica que la sombra del «caso Barcenas» es demasiada alargada. El PP ha hecho una piña con Rajoy y con la honorabilidad de su presidente. Pero su ausencia en esta sesión no favorece la credibilidad. El diputado de ERC, Alfred Bosch se preguntaba al final de la escapada: ¿Cómo vamos a confiar en un gobierno que no es capaz de ajustar la cuentas de su partido, que paga en dinero negro a sus dirigentes?
El martes, el ministro Wert se apoyaba en la mayoría popular para rechazar las enmiendas a la totalidad de la LOMCE, una ley necesaria para evitar el fracaso escolar que el Gobierno y el Partido. IU se refugiaba una vez más en el «pancartismo» para ir calentando la calle y provocar elecciones anticipadas. La crisis del sector naval y el Real Decreto-Ley de medidas urgentes contra la morosidad de las Administraciones Públicas, con un Montoro moderado y dialogante han conformado un orden del día en el que ha faltado lo importante: el control habitual de los miércoles y, por tanto, la ausencia del presidente. Doce horas sin Mariano han encrespado a PSOE y han reafirmado a los populares en que «Bárcenas es un mentiroso» y de que su política de comunicación -no decir nada- es la correcta. Hasta Celia Villalobos, esposa de Arriola, uno de los presuntos beneficiarios de la caja B, explicaba: «No me importa nada lo que diga ese señor».
Hablo con Maravillas Falcón, Rocío López y Carmen Riolobos. Las tres aplauden la valentía de María Dolores de Cospedal dando la cara en todo momento
y creen que esto se desinflará en unos meses. Lo dudo. Piden comprensión a los medios de comunicación sin admitir previamente que el silencio del presidente Rajoy resulta tan desestabilizador como las mentiras de su ex tesorero. Los ciudadanos queremos saber la verdad.