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Pasión por la libertad/antonio regalado

TOLEDO/BAHIA DE ITACA

La vida fue escandalosamente injusta con el político más generoso, valiente, honrado y leal que diera el siglo XX

Pasión por la libertad

ANTONIO REGALADO
España está de luto. Ha muerto Adolfo Suárez, el hombre que pilotó la Transición de la dictadura a la democracia. Nos ha dejado en el despertar de la primavera tras un invierno interminable. Llevaba varios años en ese limbo mental en el que no hay frontera entre la ausencia y la distancia. La vida fue escandalosamente injusta con el político más generoso, valiente, honrado y leal que diera el siglo XX.
Quienes tuvimos el privilegio de acompañarle en su periplo del CDS sabemos que el diálogo y la tolerancia fueron sus credenciales en el Gobierno, en la UCD y frente a la oposición. Junto al Rey tomó las decisiones más difíciles. Legalizó el PCE en contra de la oposición del PSOE y en especial de Felipe González; alentó el regreso de Tarradellas a la Generalidad de Cataluña y apostó por el Estado Autonómico -café para todos- frente a los que exigían mantener los privilegios solo para catalanes, vascos y gallegos. Indultó a todos los etarras para comenzar de cero.

Adolfo Suárez es, además, el arquitecto de los Pactos de la Moncloa, la autopista de convivencia más noble y próspera de nuestra Historia. Le obsesionaba predicar y practicar la igualdad de oportunidades para que únicamente el talento, el esfuerzo y el sacrificio marcaran los límites de cada ciudadano. Fue un hombre valiente que se negó a hincar la rodilla mientras Tejero disparaba en el hemiciclo aquel infausto 23F/81. «Me podrían haber matado, pero yo era el presidente del Gobierno y un presidente no puede esconderse», me comentaba una noche electoral en Las Palmas, pocas horas después de que bajo un sol inmisericorde en Mósteles, instase a rebajar la mili y a enfrentarse a la banca: «no me aplaudan tanto, voténme, coño», enfatizaba a la tribu periodística de la caravana. Precisamente en Castilla-La Mancha concluyó su dilatada vida política apoyando a su hijo Adolfo a reconquistar la Región para el PP. Nos dolió que la fallara la memoria.

Ha muerto cristianamente el último patriota. Nos ha dejado el presidente que te ganaba con una sonrisa y un apretón de manos, el demócrata que dimitió cuando los democristianos le traicionaron y el Monarca le retiró su confianza. Un hombre de centro. Un político apasionado por la libertad y por España. Ha entrado en la Historia. Y, sobre todo, su recuerdo y su legado permanecerá en nuestros corazones.