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el futuro es digital

 ESTE SABADO NO es un día cualquiera. Después de cinco años de intenso trabajo -2.000 millones de inversión y 40.000 empleos nuevos- la TDT, la Televisión Digital Terrestre, ha sustituido definitivamente a la analógica. Una plataforma abierta de par en par a la igualdad de oportunidades. Es un paso tan importante como el que supuso el del blanco y negro al color. Cuando el gobierno de la Nación decidió adelantar en dos años el apagón analógico pocos creíamos que cumpliría. Lo ha hecho. Y lo ha hecho bien. La convergencia entre la televisión, el ordenador (Internet-wi-fi-), el teléfono móvil, el iPoc, el iPad y las agendas digitales permitirá estar conectado a las autopistas de la información en todo tiempo y en cualquier lugar. La tele-educación, la sanidad, y la e-administración son tres de las áreas que más desarrollo permitirán en los próximos años para mantener el bienestar de los castellanomanchegos. El cambio será de lenguaje y de actitudes. Las TIC deberían ser un derecho constitucional como ha propugnado el presidente Barreda. Lástima que el nuevo Estatuto de Autonomía no lo consagre en su texto. Comprobamos que las políticas de TDT en España son escasamente sociales. En especial los difusores públicos deberían abocarnos a una televisión más plural y, por tanto, a una democracia de más calidad. Con contenidos diferenciados. Por ejemplo, la enseñanza de idiomas, la mayor frontera de nuestro tiempo. Desde hoy es posible ya aprender inglés gratis a través de Vaughan Radio. Los contenidos marcarán la rentabilidad económica y social. Una TDT interactiva, con HD y 3D sí, pero que permita aplicaciones prácticas para la sociedad (sanidad, educación, servicios sociales, administración electrónica, el tiempo, carreteras, turismo, etc.). Y también una TDT con programas temáticos y educativos (universitarios, FP y formación continua). Una TDT accesible a los colectivos más marginados (inmigrantes, mujeres maltratadas, parados de larga duración y personas con minusvalías); en suma, una TDT participativa, solidaria. Lo analógico ha muerto. Viva lo digital.

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horizontes de grandeza

DOSCIENTOS PARADOS MAS cada amanecer. Y van 200.000 seres humanos sin tajo. Urge que el PP arrime el hombro.  Conocemos las propuestas de Rajoy en Madrid. Son sensatas. Le pedimos a María Dolores de Cospedal  que las traslade directamente al Pacto por Castilla-La Mancha. Si el compromiso para salir cuanto antes de la crisis se llama austeridad, las soluciones populares casan bien con las iniciativas del presidente Barreda. No hay fórmulas mágicas. Solo trabajo, compromiso y  mucho sufrimiento. Nada podemos esperar del poder central por una simple razón: ZP cree que a él no le puede estar pasando esto.

    Querida presidenta: Barreda no es Zapatero. Fue el primero en reconocer la crisis, el primero en reducir el gabinete y el primero en ofrecer un pacto. Lo alcanzó con los agentes sociales pero ya dijimos entonces –e insistimos ahora- en que no es suficiente. El PP es imprescindible. De nada sirve heredar cenizas el día después.

   El Pacto de Austeridad  que preconiza José María Barreda, pretende ahorrar 415 millones a través de acciones concretas: gestión más eficaz de los gastos corrientes, contención de la oferta pública de empleo (salvo salud y educación); limitar el reemplazo de efectivos a 1 por cada diez bajas, lucha contra el absentismo laboral, racionalización del consumo energético en los edificios públicos (-10%), potenciación de la administración electrónica, reorganización de las agencias públicas y recorte en los viajes del IMSERSO pero sin que afecte a los 70.000 beneficiados. O sea, viajar sí, pero más cerca. O menos jornadas.

  Llegan  días de vino sin rosas. “Nosotros somos el cambio”, dice el PP. Bien, ése cambio es el mismo que necesitan los desempleados y sus familias. El pacto no es balón de oxígeno ni a Barreda ni al PSOE-CLM; es una mano tendida a quienes quedaron varados en la cuneta  de la crisis.  Compartir las soluciones populares  con las medidas del gobierno regional es rubricar un pacto de esperanza sobre un horizonte de grandeza.