La libertad y el hambre no pueden esperar tanto tiempo en Venezuela, una gran nación arruinada por su corrupta clase dirigente.
Una semana infinita
ANTONIO REGALADO
La tragedia del pequeño Julen obligó a Pedro Sánchez a comparecer en La Moncloa para solidarizarse con la familia y para felicitar al colectivo de personas que se han dejado la piel 13 días y 12 noches para rescatar su pequeño cuerpo inerte. Pero desde su Gabinete de Propaganda la aparición televisiva tenía trampa: España –se decía- iba a reconocer al presidente interino de Venezuela Juan Guaidó, tras el zasca de Maduro al ministro de AAEE Josep Borrell. Parecía una venganza razonable en caliente. Pero comprobamos inmediatamente que no. La misma vaselina que con los separatistas: rendición y condescendencia.
Sin legitimidad
La petición del Consejo de Ministros español instando al sátrapa Nicolás Maduro a que en el plazo de una semana convoque elecciones libres so amenaza de apoyar Guaidó, legitimo presiente de la Asamblea Nacional, solo puede calificarse de prepotente y esperpéntica. Prepotente porque España –y toda la UE- han sufrido las políticas colaboracionistas del pacifista Zapatero y de su socio Podemos, y esperpéntica, porque “manda trillos” que un tipo que llegó al poder sin pasar por las urnas y prometió celebrar elecciones de inmediato quiera agotar la legislatura hasta noviembre de 2020, apoyándose en socios tan poco fiables como los de Hundidos Podemos y los nacionalistas separatistas.
Ya es una desmesura solicitar elecciones libres en Venezuela al presidente usurpador desde el 10 de enero que expiró su mandato cuando la ONU, la UE, la OEA y cientos de organizaciones de derechos humanos, confirmaron que la convocatoria sin oposición estaba amañada. Como así sucedió. ¿Elecciones libres y democráticas con Maduro en el Palacio de Miraflores, apoyado por el Tribunal Supremo, la Asamblea Constituyente y las botas de su generalato bolivariano?
Esta cobardía congénita de Sánchez, bien sea en asuntos externos (Venezuela, Nicaragua, Crimea, Ucrania, Osetia del Norte), o internos (golpismo en Cataluña, inmigración, entreguismo al PNV, mafia, droga y trata de personas en Andalucía) es el denominador común de su mandato. Hasta Maduro ha sido comedido en la humillación a España.
Todos los problemas le pillan en el Falcon 950 B. Cuando se cayó Gibraltar del Acuerdo del Brexit, nuestro hombre estaba en La Habana –no hablando con la disidencia, claro-, sino con los sucesores canelos de Castro. Lo del paseo de Davos caminando de espaldas por la nieve, móvil al oído, “apoyando moralmente a Guadó y alabando su coraje”- es propaganda gobelsiana, pura y dura. Todo es imagen en este hombre, fachada, superficie. Mintió en convocar elecciones, mintió con su tesis doctoral, mintió en el encuentro con el nazi Torra, se quitó el problema del taxi y las VCT –vía Fomento trasladándolo a las CCAA y a los Ayuntamientos- y mintió con los PGE donde busca un ajuste de cuentas con la oposición para permanecer unos meses más en el poder. Pero las cuentas no ajustan ni aquí ni en Bruselas. PS no tiene legitimidad moral para exigir elecciones a nadie.
El hambre no espera
En la decisión de los grandes temas que interesan a los españoles, este gobierno solo busca ganar tiempo. Es decir, perderlo. Como escribió el arzobispo sudafricano Desmond Tutu “si eres imparcial en situaciones de injusticia, ya has elegido el lado del opresor”.
Y esto es lo que hace Sánchez: Postponer los problemas sine die (esta ve el ultimátum es de 8 días) como si la libertad y el hambre pudieran esperar tanto tiempo en un país arruinado por su dirigente clase corrupta.
Juan Guaidó ha agradecido por twit el “compromiso” adquirido por Sánchez y la UE mientras vela por su seguridad. Se nota que la ilusión y la esperanza obnubilan su mente. Pero bien sabemos aquí que, desgraciadamente, PS no es un hombre de palabra.
La propaganda interminable
Más de 24 horas tardaron la RNV (Radio Nacional de Venezuela) y sus cinco canales generalistas para anunciar que Guaidó se había juramentado en la calle desde la Asamblea Nacional para asumir los poderes que le concede la Carta Magna. Al diputado Guaidó lo llamaron de todo Maduro, Cabello, los distintos jefes revolucionarios regionales y todos los locutores de la emisora oficial. Hasta cinco canales públicos se conectaron para dar las explicaciones y difundir las amenazas de Maduro.
Los que seguimos desde hace meses la actualidad venezolana desde Radio Garden, no se nos puede ocultar la manipulación que recibe constantemente el pueblo. Jamás hablan de falta de bienes o de servicios básicos, jamás de corrupción, jamás de las manifestaciones contra el Régimen y de vez en cuando –solo de vez en cuando-, de los que se han ido. ”Ya he enviado un puente aéreo a Lima para expatriar a 1000 compatriotas que se han arrepentido y quieren volver”, decía el dictador hace dos noches. “Serán recibidos con los brazos abiertos y les daremos trabajo”, enfatizaba el hijo de Chávez. No hay discurso en el que no suba el sueldo dos o tres veces a la mitad de los ciudadanos, sean funcionarios o no, tras echar siempre la culpa de todo –y por este orden-, a EEUU, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Argentina, Brasil y España.
¿Críticas internas por la situación? Ninguna. Todo es una conjura exterior para arrebatarle al pueblo su petróleo, su gas su oro y sus riquezas. Antes los enemigos españoles eran Aznar y González, por franquistas y colonialistas. Ahora se han unido Sánchez y Borrell, por imperialistas contra los sudacas. . Y siempre la misma matraca: tenemos que aumentar la producción, este es el año de la recuperación económica, Rusia nos suministrará trigo suficiente –ya está llegando-, y hay que salir a la calle para defender la revolución. Con esas tres consignas no se llega a final de mes en el país con una inflación jamás vista en la historia de los pueblos, ni siquiera en tiempos de guerra.
La propaganda interminable es solo humo, palabras que no convencen ni siquiera a los chavistas. Además, por orgullo, el primer trabajador del pueblo como se hace llamar, se niega a recibir ayuda humanitaria desde comida a medicinas. La sanidad está en quiebra, el país está fallido. Que en menos de 20 meses, los ciudadanos hayan perdido 11 kilos de peso –se excluyen a Maduro y señora, gobierno y altos cargos militares-, lo explica todo. El pueblo llano no puede hacer tres comidas al día, aunque lo ignore (y lo calle) el ínclito Iñigo Errejón, -el becario de Málaga sin aparecer por allí e ideólogo del chavismo-, ahora nuevo nieto político de Carmena con su Mas Madrid.
Respuesta española
Los partidos políticos españoles –si exceptuamos al PSOE- se han comportado como se esperaba. Muy bien Pablo Casado sumándose a la manifestación de la Puerta del Sol en la noche del pasado miércoles y apostando claramente por el nuevo presidente interino. A pesar del acoso de los taxistas madrileños, Albert Rivera apoyó desde el minuto uno a Guaidó y exigió al presidente del Gobierno que, por la dignidad de España se pronunciase al respecto. El jueves, lideró ante el Congreso una manifestación de venezolanos y españoles a favor de la libertad en el país caribeño.
IU y Podemos, en su línea. En su línea comunista de consolidación de la dictadura de Maduro pidiendo al Ejercito que intervenga contra el pueblo indefenso en las calles de Caracas. Estos tipos que apoyan a los separatistas vascos y catalanes han acusado al presidente interino de “golpe de Estado”. Lo del escapista Puigdemont y sus mariachis de Lledoners, les parece una acción política donde no hay delito. Convocar dos referéndums ilegales y proclamar la república catalana es gratis. Incluso han calificado de irresponsable el ultimátum a Maduro porque alienta –dicen- el caos y la confrontación. Como si Maduro pudiera llevarlos en quince días del hambre y la represión a la tierra prometida.
Los separatistas y proetarras con el dictador naturalmente y el PNV callado como un muerto. Ni Iñaki Anasagasti, nacido allí, ha levantado la voz. El caso más patético es el del PSOE: silencio sepulcral para hacer seguidismo a un gobierno que ha demostrado que no cree en la libertad. Ni aquí ni allí. Me consta que algunos varones están ya con el cambio en Venezuela.
Sánchez, como acaba de apuntar el líder popular, P.C. “en lugar de liderar la acción internacional para dar salida a una dictadura fascista y criminal, y solicitar al mundo ayuda humanitaria para un país hambriento, sigue dando oxígeno a Maduro y a los Castro”. Rivera, de Ciudadanos, por su parte sostiene tras el ultimátum de Moncloa, que “cada día que pasa sin que España reconozca a Juan Guaidó es un día perdido para la libertad y para la democracia”. Una semana, eterna, para un pueblo hambriento de sed y de justicia. Les queda la esperanza. Y la libertad. Pero ahora sí, el cambio es irreversible. La ruptura de relaciones con EEUU y el no encarcelamiento del diputado de la Asamblea Nacional, explican por vez primera el miedo de la dictadora.
Ocho días después del ultimátum ¿cuántos venezolanos morirán de hambre, miedo y desesperación o asesinados por un régimen corrupto? Esta última semana de enero será para todos –y en especial para los hermanos venezolanos- una semana infinita. ¡Viva Venezuela Libre!
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