TRAS LA RESACA del Estatuto, la pregunta es: y ahora, ¿qué? Ahora, a trabajar más y más tiempo. A recuperar el tiempo perdido. Los portugueses han firmado un Pacto de Estado para evitar la “helenización” que azota al Mediterráneo. Zapatero nunca pactará con Rajoy porque, dice, le separa de éste un Telón de Acero ideológico, como si los mercados se rigiesen por vectores dogmáticos. Se acabó el tiempo de las mentiras. Al jefe del Ejecutivo le he escuchado en sede parlamentaria que aquí no pasa nada, que ya hemos tocado techo incluso en el desempleo. Lleva tres años negando la gravedad de la crisis y evitando tomar medidas. Gobernar es decidir. Sr. Presidente, gobierne, coño. Con perdón. O convoque elecciones ya.
El hundimiento económico ha devenido en una crisis multidireccional: institucional, moral, social y de valores. Se han perdido la credibilidad y la confianza, interior y exterior. Hemos derrochado tanto en el pasado que no nos queda futuro. Los errores de su primer mandato (negociaciones con ETA, derogación del PHN y Estatuto de Cataluña) los ha superado con creces en su renovación: desprestigio del TS, enfrentamiento entre CCAA y partidos, por el agua y record de parados. Y con la que está cayendo, Zapatero da vía libre a que el PSC, CiU y ERC declaren “incompetente” al TC y autoriza en el Senado la creación de una Babel nacionalista -1,2 millones anuales más en intérpretes- cuando todos hablan el idioma de Cervantes. Para eso envió a su discípula -con don de lenguas- Leire Pajín, quien cree que los populares se han “contradicho” mucho en el asunto Gürtel. Otro motivo claro de fragmentar y de dividir a España y a los españoles. En este contexto, Barreda y de Cospedal deben mirar a Castilla-La Mancha, aparcar las diferencias y llegar a un acuerdo para salir del túnel cuanto antes. Piensen en los parados y en sus familias. Zapatero es un riesgo país (y un riesgo región) añadido.