Revista TRINIDAD Y LIBERACION
Querido Director: Desearía pedirte amablemente que acojas en las páginas de la revista que diriges esta llamada a los antiguos alumnos trinitarios y a sus familias para que juntos compartamos los días 24 y 25 de septiembre unas jornadas de convivencia en el Santuario bajo la advocación de la Virgen de la Cabeza, que tanto nos ha protegido desde aquellos felices sesenta del pasado siglo. Como sabes, la iniciativa de estos encuentros comenzó en 2005. A mediados de aquel octubre, los antiguos alumnos del Seminario decidimos reunirnos allí después de más de cuarenta años de ausencias y silencios; escogimos un lema muy sentido “Somos una gran familia”. Y en efecto, no fuimos solos. Muchos de nosotros acudimos con nuestras esposas e hijos para redescubrir que la llama del tiempo pasado –aquel tiempo de aprendizaje del latín y de valores cristiano trinitarios- aún permanecía viva en nuestros corazones. ¡Qué tiempo tan feliz! Los conocimientos y hábitos adquiridos y la experiencia acumulada en aquellas montañas de Sierra Morena forjaron unas conductas –lo que llamamos el espíritu trinitario- que como alguien dijo con orgullo y en voz alta, “nos hicieron a todos más fuertes, más trabajadores, más leales, más honrados y mejores personas”. En efecto, comprobamos que éramos una gran familia y prometimos que había que volver para profundizar en aquellos sentimientos religiosos y de amistad porque, a pesar de los años, seguían reverdecidos en nuestras almas.
Dos años después seguíamos haciendo camino “Más allá de la nostalgia”. Y nos atrevimos a mirar atrás sin ira ni rencor. Con agradecimiento, con mucho agradecimiento. Uno es, quiera o no, lo que aprende en su juventud. Y nosotros éramos tan jóvenes en aquel entonces… No volvimos todos. Algunos compañeros nos dejaron un vacío que fue ocupado por sus mujeres e hijos. La fe trinitaria no conoce el miedo. Fue hermoso volver a divisar por las mañanas aquellos horizontes entre nubes blancas y descubrir que los atardeceres no han cambiado; seguían igual de limpios y profundos. Cuando el sol se retiraba a su lecho, en el monte del Cabezo, siempre vigilaba nuestros sueños la Moreneta. En el otoño (octubre de 2007), también. Seguro.
Los Antiguos Alumnos del Seminario Virgen de la Cabeza regresamos el III Encuentro desde distintos rincones de España por el placer de abrazar y ser abrazados por los amigos. Las fechas no fueron las mejores para gozar de aquella tierra sagrada con una naturaleza casi virgen a pesar del paso de los tiempos (noviembre de 2009) y una tormenta perfecta de agua y viento nos recordó que la fuerza de la unidad, de la fe y del amor, todo lo pueden. ¿Cómo olvidar el gran zarpazo? Aguantamos el chaparrón en la basílica y con el arco iris sobre el cielo regresamos a casa horas más tarde. Atrás quedaron historias personales, recuerdos, vivencias y deseos de continuar, sabiendo a ciencia cierta que éramos ya “Algo más que amigos”. Una amistad sincera fue creciendo y creciendo entre los antiguos alumnos trinitarios que habíamos pasado por allí y los profesores que no podía extinguirse. Por tanto, era el momento de ampliar el círculo de los Antiguos Alumnos y llevar esa amistad al epicentro de nuestra filosofía trinitaria: llegaba la hora de “Volver a Casa”. Así es como en la mitad de la recogida de la uva en Alcázar, con ese olor tan peculiar, todos los alumnos trinitarios que iniciamos nuestras andanzas (y nuestra vida) pudimos encontrarnos en el Seminario, dar las gracias a los PP. Trinitarios por habernos recogido de los pueblos más abandonados de la España rural de los 60 y reunirnos en una Eucaristía y en un almuerzo posterior. Volver a casa o volver a empezar. Nos debíamos este homenaje colectivo que personalizamos en el Padre Antonio Ferreras y en el alumno Marcial Álvarez. Allí, en el patio donde jugábamos al fútbol, al baloncesto y al frontón, comprobamos, de golpe y porrazo, que el tiempo pasa demasiado deprisa. ¡Cincuenta años no es nada¡ ¡Medio siglo¡ Y allí estábamos nosotros, quijotes de mil batallas, sonriendo al destino. Cuando alcanzamos en coche los molinos a lo que otrora llegábamos a pie nos recordaba las meriendas de pan y cabello de ángel. ¡Medio siglo, cincuenta años¡ En realidad, no pasa el tiempo, pasamos nosotros.
Perdona, querido director, si me extiendo, en esta carta que yo quería escribir como Dios manda –si es que Dios manda escribir una carta así-, al filo de la emoción por el IV reencuentro. Te decía al inicio que ya preparamos el IV Encuentro de Antiguos alumnos Trinitarios y de sus familias. No importa que no hubieran estado en el Seminario del Santuario. Al fin y al cabo, todos somos trinitarios y todos aspirábamos desde el ingreso a ir a la Sierra de Andújar, como paso previo al Noviciado. Ya se sabe que muchos son los llamados y pocos los escogidos. Nosotros fuimos llamados pero no escogidos, No importa. Somos unos privilegiados por poder acudir allí una vez más. Y queremos extender esa invitación a todos los que os sintáis trinitarios de compromiso y de vocación. Será el último fin de semana de septiembre/ 2011 y para la ocasión hemos elegido un lema, si me permitís, continuista. “Seguimos haciendo camino”. De eso se trata, de seguir adelante ampliando la base a antiguos alumnos y a las familias. Porque todos estamos tocados por el mismo don: la educación trinitaria. Aquí, director, no sobra nadie. Os esperamos en el Santuario de la Virgen de la Cabeza para reír y rezar juntos; para ayudarnos mutuamente; para charlar, para conversar, para divertirnos. Nos vemos en la Alta Sierra en la confianza de lo que lo mejor está por llegar. Reitero: todos estáis invitados.
Gracias por darnos cobijo en Trinidad y Liberación. Al fin y al cabo ésta es la puerta abierta de par en par a la esperanza de todos los trinitarios. Recibe, un fuerte abrazo, Antonio Regalado, coordinador IV Encuentro Alumnos y Familiares Trinitarios.