A LO LARGO y ancho de la campaña electoral, los candidatos de los grandes partidos apenas se acercan en vivo y en directo a unos 100.000 ciudadanos, simpatizantes en su mayoría. La demoscopia ha constatado después de 32 años de democracia que el rito de los mítines es una reliquia ante los nuevos métodos de persuasión política donde no se caza ni un voto.
Cuando entonces, la televisión pública y el deseo de libertad justificaban ese gasto ingente de los aparatos que hipoteca toda la legislatura. Los partidos gastan porque, en buena medida, los bancos siempre son generosos con el despilfarro político y el Estado les subvenciona por votos, escaños y propaganda electoral. ¿Cómo explicar el tren de vida de las cúpulas políticas –en especial los fines de semana- cuando ingresan por cuotas de afiliados solo el 10% de sus gastos declarados?
Hoy, con Internet, los móviles, Facebook y Twitter los mensajes llegan más rápido, más lejos y a todas horas. No obstante, nos queda un recurso último y cercano para el debate: las televisiones y radios públicas. PSOE y PP – que no son capaces de derogar la Ley de Prensa e Imprenta 14/1966, más conocida como ley Fraga- han militarizado las estaciones privadas de televisión para imponer cronómetro en mano un tiempo político-electoral en los Telediarios a mayor gloria de sus vanidades. Si eso no es una intromisión en la libertad de empresa que baje Dios y lo vea.
Las televisiones públicas más allá de la reestructuración que necesitan a imagen y semejanza de la Corporación RTVE (y de la cuota de pantalla) tienen el deber de articular escenarios abiertos en todas direcciones para exponer los programas de los representantes populares según la representación de los últimos comicios, naturalmente. La parrilla de la TVE en CLM y de la RTVCLM en tiempo electoral debería configurarse para el debate plural regional y local. Candidatos a alcaldes de las grandes ciudades, aspirantes a regidores de las Diputaciones Provinciales y lógicamente los jefes de fila, Barreda y De Cospedal que tienen como meta dirigir vidas y haciendas desde la Presidencia de la Junta hasta la primavera del 2015, deben exponer argumentos y razones para un voto razonado.
Nunca ha habido debates electorales en nuestra Región. Eso dice muy poco a favor de los contendientes. Y de la transparencia informativa. Es el momento de romper ese miedo a la libertad. El presidente Barreda está dispuesto a polemizar cara a cara con la presidenta popular. María Dolores de Cospedal mantiene dudas porque la experiencia le ha enseñado que TCM y TVE” “no pueden presumir de imparcialidad”. ¿Volvemos a la censura previa? A estas alturas esa duda es una excusa insuficiente. En garitos más difíciles de la Gran Vía madrileña ha hecho guardia la secretaria general de los populares rompiendo tópicos y espejos de la prensa progubernamental.
Fíjense reglas claras y un moderador (de la tierra) consensuado. La tecnología en directo siempre es neutral. Aprovechemos los medios públicos para hacer llegar soluciones y esperanzas a una ciudadanía agobiada por múltiples problemas empezando por el paro. Hay que disparar las ansias de mejora en un tiempo de tribulaciones. La oportunidad de salir juntos de la crisis se encuentra al otro lado de las urnas. ¿O alguien cree que se hará gratuitamente, por decreto y sin sangre, esfuerzo, sudor y lágrimas? Urge discutir a todos los niveles. Debates para contar la verdad.
Centrándonos en la cúspide del poder, Barreda y De Cospedal deberían tener dos debates televisivos (en igualdad de condiciones) en TVE y TCM en el inicio y final de campaña transmitidos simultáneamente por RNE y RCM (FM) y por el resto de estaciones privadas que lo soliciten. Estos programas servirán para que los castellano-manchegos acudan mejor informados a las urnas el 22-M. Y voten, por tanto, con más libertad.
Esperanza Aguirre ya ha dicho sí al cara a cara con Tomás Gómez en TVE; Camps ha dicho no a la confrontación con Alarte en Valencia. Vara en Extremadura también quiere rehuir los enfrentamientos en directo con el popular Monago y prefiere hacer trío con IU. En estos ejemplos siempre hay que mirar al norte. Madrid es el modelo. La radio y la televisión públicas – pese a que necesitan una rehabilitación urgente- siguen siendo un servicio público esencial. Debates, sí; en las empresas audiovisuales públicas, mejor.