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diluvio de incertidumbres/antonio regalado

TOLEDO/BAHIA DE ITACA

“La moderación del PROGRAMA PARA UN GOBIERNO PRORESISTA Y REFORMISTA puede ser suficiente para “pasar” la investidura pero no aguantará tres meses de gobierno “

“El texto no aborda la secesión catalana y solo habla de “completar el funcionamiento federal de la organización territorial de nuestro estado”.

Felipe VI, impecable. Rajoy tenía el deber de ofrecer un programa en el Parlamento incluso para que le dijeran que no.

Iglesias solo quiere poltronas; Albert Rivera es el hombre-puente para que se entiendan populares y socialistas.

Diluvio de incertidumbres
POR ANTONIO REGALADO
Cuarenta días y cuarenta noches después de las elecciones del 20D, el rey ha propuesto a Pedro Sánchez (PS) que intente encontrar una mayoría suficiente para ser investido presidente y formar gobierno. Felipe VI ha estado impecable institucionalmente después de declinar y eludir su responsabilidad Mariano Rajoy.
El líder socialista ha tomado la iniciativa para desbloquear la situación. Tras las reuniones en busca de apoyos, PS cree que tiene difícil llegar a La Moncloa pero no imposible. Los vetos del propio Sánchez a Rajoy (y al PP) y los de Podemos a Ciudadanos (y viceversa) confirman que solo puede tener éxito si el PNV trinca tajada (política penitenciaria y nueva situación pre-soberanista) y los separatistas de ERC y de DyL (antes Convergencia) se ausentan en segunda votación. O votan a favor para castigarlo públicamente.
Pablo Iglesias ya demostró su ambición al proponer al Monarca un gobierno de cambio y (de progreso) autoproclamándose vicepresidente y copando los ministerios de Defensa, Economía, Sanidad y CNI. Totalitarismo puro y duro. Desactivado el chantaje populista, solo queda un camino coherente: el gran pacto PP-PSOE-Ciudadanos con un compromiso de reformas pendientes (Electoral, Educación, Pensiones, Agua, Ley de Huelga, Congreso, Senado y lo más importante: unidad de la patria).
El Documento que el PSOE ha presentado para el Debate es un texto-trampa son 53 páginas redactadas desde fuera de Ferraz,- ni una vez se abusa del mantra, españoles y españolas, vascos y vascas o compañeros y compañeras- llenas de buenas intenciones pero de escaso recorrido político, económico y social. No es un mal borrador para unos II Pactos de la Moncloa que inauguren la II Transición; la moderación puede incluso ser suficiente para “pasar” la investidura pero no aguantan tres meses de gobierno.
Más gasto público
Al no apoyarse en la Memoria económica preceptiva carece de credibilidad. Los expertos han calculado que el costo añadido a los PGE sería de unos 8.000 millones de euros más; si a ello añadimos la reducción de 7.800 que Bruselas pide al Gobierno español (en funciones) para este año, estamos hablando de un déficit extra de casi 16.000 millones. ¿Se pueden recaudar 25.000 millones más cada año en la lucha contra el fraude y la economía sumergida?
Por supuesto que estamos de acuerdo con los Pactos por la Educación, la Ciencia y la Tecnología… pero ¿cuándo se va a abordar la reforma universitaria? Ni una palabra.
Reducir a la mitad el paro es deseable; pero es difícil hacerlo derogando la Reforma Laboral, proponiendo un nuevo estatuto de los Trabajadores sin atreverse a poner en marcha una nueva ley de Huelga ni un nuevo campo de juego para los sindicatos.
¿Podrá el nuevo modelo de crecimiento avanzar si se pretender derogar la estabilidad presupuestaria? No encontramos respuestas.
Reforma federal
Nadie puede estar en contra de las medidas sociales, (pobreza, parados larga duración, emergencia, dependencia, violencia doméstica, contaminación, etc…) pero todo tiene un precio en esta Europa en crisis. Leyendo el PROGRAMA PARA UN GOBIERNO PROGRESISTA Y REFORMISTA –se ha suprimido el término CAMBIO, al monopolizarlo Pablo Iglesias-, el analista tiene la impresión que se ha buscado un texto cuyo denominador común sea la moderación; eso en sí mismo es bueno pero no suficiente en un tiempo tan excepcional como el que vivimos. Claro que hay que reformar los partidos –de hecho, solo deberían existir en tiempo preelectoral-; y las Cortes Generales, y el nombramiento de cargos de designación parlamentaria, la reforma del sistema electoral, y la de la Justicia, la financiación autonómica y las instituciones locales.
La lucha contra la corrupción –que no es mayor ni menor que en otros lugares de nuestro entorno- parece un punto de encuentro sin fisuras, pese al blindaje de Rita Barbera en el Senado; tampoco se puede ahora apostar por convertir el ICO en un banco público. Ni es de recibo, como propone IU, crear un millón de funcionarios más.
UE, Política Exterior, Defensa y lucha contra el terrorismo yihadista, son otros apartados en busca de consenso. Preocupa que el Documento base de investidura dedique solo dos páginas -52 y 53- a la Reforma de la Constitución para asegurar los derechos sociales y “completar el funcionamiento federal de la organización territorial de nuestro estado”.
Tranquiliza saber, no obstante, que no se abrirá un proyecto constituyente pero si no se marcan las reglas de juego ¿quién garantiza que el alma republicana socialista, los populismos y los separatistas no impongan un referéndum sobre la forma de Estado?
En resumen, estamos ante un texto que no recoge la aspiración del referéndum de Podemos para Cataluña pero que su ambigüedad bien pudiera alejarlo para el final de la Legislatura.
Mayoría para las reformas
Tiene razón el presidente en funciones Mariano Rajoy en que pocas reformas se pueden hacer sin el PP con sus 123 diputados y sus 142 senadores. En su lamento en el Senado, el inquilino de La Moncloa cree que PP-PSE y C`s (254 escaños) son el camino más seguro para despejar todas las incertidumbres creadas tras un diluvio de silencio.
Los resultados del 20D le han dicho a los partidos que dialoguen en todas direcciones. Conocemos bien la ruta que nos conduce al populismo, a la desintegración y al caos. Los ejemplos de Venezuela y Grecia están ahí. Los constitucionalistas son la alternativa.
El reto soberanista –“hasta ahora no se han dado cuenta que vamos en serio con la independencia”, se mofaba el presidente Carles Puigdemont-, necesita de una mayoría parlamentaria incuestionable para detenerlo aplicando toda la fuerza de la ley. Luego no digan que no lo sabíais.
El líder popular ha perdido la capacidad de iniciativa después de malversar su gran mayoría absoluta desde 2011. Ni quiso, si supo ni pudo aplicarla para rearmar el Estado. Su actitud de renunciar a la investidura le pasará una gran factura en las próximas elecciones. Rajoy tenía el deber de ofrecer un programa en el Parlamento incluso para que le dijeran que no.
Ahora, su inacción, le está dejando fuera de juego. El propio Rajoy tiene la llave para que no se repitan elecciones –un fracaso colectivo- que impidan abrir las puertas a un Frente Popular que nos llevaría directamente al siglo pasado.
Las concesiones del PSOE en el Senado al PNV, ERC y DyL son un mal precedente para una investidura presuntamente engañosa de Pedro Sánchez que solo serviría para hacer nuevos comicios desde el poder.
Quiero resaltar al final de esta historia interminable, la labor medidora centrista y centrada de Ciudadanos. Y en especial, de Albert Rivera, intentando tender puentes entre Sánchez y Rajoy para que España se desbloquee y apruebe, de una vez, las asignaturas pendientes que ha suspendido con el bipartidismo. Ya hemos visto que PODEMOS solo quiere poltronas y chantaje; frente a ello, nos queda el sentido común del Partido de los Ciudadanos. Necesitamos estadistas.
En todo caso, en este mundo global, tenemos que acotar los plazos de las negociaciones porque no pueden durar más que el diluvio. ¿Cuándo escampará? Siguiendo a Machado y al Programa Marco socialista para la investidura, convengamos en que para ese tiempo y esa política nueva que se diseñan y anuncian, “no basta despertar cuando amanece: hay que mirar al horizonte”.