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cuando cruje la tierra/antonio regalado

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Julián: “Voltear nuestra tierra es estar pisando una palabra, un dolor, un recuerdo, porque toda la tierra es tierra de promisión, huerto cerrado, tumba abierta. Y sepultura”.  (JM Regalado, presentador de “Sembrados a voleo”)

        

   Cuando cruje la tierra

 

“Ha llegado el momento de que el autor-padre abra la mano para que el libro- pájaro vuele solo. Desde ahora tendrás que buscar tu propio espacio para demostrar tu valía”. (JMM, poeta)

  

POR ANTONIO REGALADO 

Las Ferias del Libro son lo más parecido a los Festivales de Cine: alfombra roja, glamour, artistas, vanidad de vanidades y, a veces, un poco de talento. España es tierra prolífera en pintores y en escritores: cualquiera puede firmar una tesis doctoral, un libro (o dos, con negro incorporado a precio módico) y, el cine,  –subvencionado- y en su mayor parte progresista, mantiene bien a los intelectuales estabulados del régimen.  Pero escribir y  publicar poesía es otro relato,  otra historia… interminable.

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Con viento cierzo

Publicar poesía hoy en día –decía- es casi un milagro. Y ahí tenemos en la Plaza Mayor a Julián Martín  Martín JMM (Cordovilla, 1947), presentando a su séptimo hijo “Sembrados a Voleo” (LC Ediciones, Salamanca, 2018) en un día desapacible, bronco, con  viento cierzo abrasando la cebada y el trigo sin piedad. Eso sí,  con el salón de actos casi lleno. Familiares, amigos, devotos de sus rimas y críticos literarios querían conocer su última faena. Y este cronista estuvo allí para contarlo.

La lluvia tan necesaria para el campo en esta época, pasó de largo una vez más augurando una cosecha desastrosa. Casi tan escasa ya como la esperanza de los labradores. Setenta y ocho horas antes, San Isidro no había escuchado  atentamente,  las plegarias al cielo implorando un aguacero necesario para salvar las vidas y haciendas de las gentes del campo.

Pese a todo, -frente a todos- nos encontramos en el corazón de la vieja Helmántica, los ecos de una obra “arrancada de cuajo a la tierra con la escarcha bajo los pies y el canto de la alondra al amanecer”.  Surco a surco, verso a verso, la labor literaria de Martín Martin –don Julián-  transita hacia la cumbre del Parnaso desdoblada con demasiadas  luces y, quizás, alguna sombra.

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JMM siempre ha tenido quien le cuente y le cante una presentación acorde a su misión. Y a su ingenio. Y en esta ocasión contó con dos amigos de excepción: el rapsoda José María Terrones y el profesor y poeta José Manuel Regalado. Este intelectual con miles de lecturas y artículos  a la espalda,  realizó una aproximación a la poesía global para descubrirnos a un artista enamorado; “enamorado de esa tierra que cruje en el invierno, del pan, de la familia, del destino heredado a su pesar”, describiendo una definición total en tan sólo seis palabras: “es hijo de la verdad”. No se puede expresar mejor.

Resaltó José Manuel, también nacido en el campo charro como todos nosotros, lo bien que el autor ha leído a Gabriel y Galán, a Félix Grande, a don Antonio Machado, y a Miguel Hernández. Y a Santa Teresa, y a Quevedo; a Lope, a Calderón, a Fray Luis de León y a San Juan de la Cruz. Y (me consta)  al gran cantautor y poeta Joaquín Sabina. Y subrayaba el presentador cómo ha visto en la biblioteca de su  casa en Carrascal del Obispo,  “libros fatigados” que le han dado la magia del ritmo y el espíritu del verso más allá de la medida.

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Como enseñó San Pablo a los corintios, “la medida del amor, es el amor sin medida”. Y es esa desmesura de querencias  la que permite que Julián Martin ocupe un lugar destacado en el planeta creativo, más allá de los círculos oficiales, de la fama y de los premios. Julián es un poeta global. Creer y crear, que diría Unamuno. Recordaba JM Regalado dos inspiraciones  de otro tiempo que tienen la misma fuerza que los más de sesenta  poemas de “Sembrados a Voleo”, impregnados siempre por los valores de la gente noble:

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“Los pueblos y el campo han engrandecido lo que me enseñaron mis padres: amar la vida campesina, sí; pero sobre todo, amar la hermosura del entorno en el que me nacieron y en el que yo sigo naciendo constantemente. Gracias a lo cual he conseguido ver realizado lo que nunca me atreví a soñar: que un libro mío fuese presentado en la Plaza mayor de Salamanca y aquí, leer mis poemas”.

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Para quienes in illo témpore tuvimos que elegir nuestro  exilio interior, nos es muy grato reconciliarnos con vocablos como torvisco, aricar, tajuela, corcha, candil, sembradera, escarbadero… hoy en desuso. Seguimos la tradición (oral)  de nuestras familias labradoras agarradas a la mancera del arado romano.

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Esta es tu tierra

El presentador estuvo cumbre evocando cómo chirría  la tierra que nuestro poeta ha volteado con la vertedera.  “Tú has pisado la tierra”–explicaba el animador de la velada literaria- “y sabes cómo cruje, como eleva, cómo ahonda; y sabes porque eres listo, que cuando uno pisa una tierra está pisando una palabra, un dolor, un recuerdo, porque toda la tierra es tierra de promisión, huerto cerrado, tumba abierta. Y sepultura”.

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JMR reiteró que nuestro tractorista por cuenta ajena es quien es: el amor, el pueblo, la tierra, la simiente, los hijos, el tiempo, el olvido y la amistad.

En “Sembrados a Voleo” abandona el soneto  que Julián cultiva con “empuñadura de oro” y tira por el verso libre, por la heterometría y la asonancia que también y tan bien domina.

Tras el Previo, los poemas desnudos de “Voleo” son un presagio y un ruego; hay 100 palabras de amistad, un beso lejano y un temor al olvido; entonces, el alma en su otoño, quiso ser trueno y se quedó en gemido. Después del último después, vienen las dedicatorias: la tormenta rememora la tragedia que sobrecogió  a Carrascal, su pueblo de adopción, en 1935. “No hubo amparo en la encina/y sus hojas cayeron inertes como surco vacío”. Se desgarró la vida”, es un himno de paz  a la impotencia y a la rabia  del 11-M “Y se fueron sin beso muchos labios”, (página 53) que es un auto de fe en un mar de ausentes. Los doce poemas finales agrupados en “Amor en geometría”, son todo un hallazgo de construcción poética con versos en cruz, en cuadrado, en rombo, en triángulo, en rectángulo, en corazón,  y en exágono. Un descubrimiento nuevo a cielo abierto para los puristas del lenguaje.

 El poder de la palabra

 José María Terrones, maestro y rapsoda, ha puesto voz  durante ocho lustros a los mejores poetas de España,  clásicos y  contemporáneos. Su voz es tan sonora como sus silencios. Los versos cobran vida propia y embriagan a la audiencia. Terrones se hizo carne de soneto de JMM dos años antes de conocerse ambos a comienzos de siglo. Es la fuerza de la radio, el poder de convicción de la palabra límpida. Emocionó a los asistentes con temas como “Ven” dedicado al poeta Félix Grande García, amigo de Julián, que ya no está:

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Si tú me dices ven, lo dejo todo, reza el bolero; pero dime ven. Y cuando el poeta le llama, Terrones, amigo y admirador de JMM, siempre acude, bien sea a Aldehuela de la Bóveda, bien a la Feria Municipal del Libro en nuestra capital. Desplegó su experiencia expresiva y su gracejo en otro poema libre desmenuzando sílaba a sílaba, uno de los últimos poemas sublimes: Firmeza, un verdadero triángulo rectángulo, una hipotenusa lúcida.

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Cerró el acto el propio autor. Julián, como siempre, generoso, dio las gracias a la concurrencia, a su presentador,  a su rapsoda, a su amiga Maribel que le regaló el  poema “Liminar” que  encabeza el libro y, lógicamente, agradecimiento a su editor.  JMM construye versos con soltura, aunque tiene que aferrarse al folio ardiendo para explicar su versión de los hechos. Pero, como lo que le sobra es imaginación, nos deleitó con una carta –escrita como las de antes- a  este séptimo hijo, recién nacido, mayeando amaneceres. Pero antes, mostró su herida abierta por el mundo rural que muere a chorros por abandonos y soledades.

Pueblos deshabitados

 “No hay mayo que no alimente de una u otra manera –explica despaciadamente- la supervivencia de los seres que el campo habita, entre ellos, al poeta. Porque creo que no hay ninguno que no vibre de emoción oyendo trinar al jilguero en cualquier rama o  cantar a la perdiz o a la terrera alondra bajo las espigas nuevas que en este mes ya dan al labrador  oleadas de esperanza y ánimo para seguir en la lucha diaria. Lucha que, como también cantó el poeta, hay ocasiones en que la verde extensión echa sudores, se vuelve muchas veces cenicienta como sucede, por ejemplo,  este año.”

El autor, se adentra en las verdades amarillas de este tiempo en   los campos tan nuestros, mientras sigue mirando embelesado la línea del horizonte en las brumas serranas o  en la  planicie armuñesa que nunca termina. “Al otro extremo, -prosiguen sus notas-  alguna nube con nombre de fado; pero aquí y allá, como siempre a voleo, nuestros queridos pueblos se alzan implacables como dioses paisajísticos reclamando la fuerza, la potencia que les pertenece aunque al final, – y esto nos hace sufrir a muchos-, van quedando  solos como  zombies estéticos y mudos pero sin atisbos de reanimación ni siquiera por arte de brujería”

El cultivador de sonetos, confiesa a los señores de la ciudad que le resulta imposible como cantó Gabriel y Galán y el propio poeta, hablar y escribir el más mínimo pareado sin tener en cuenta el mundo rural. Un lamento colectivo vivido en primera persona desde la infancia. “Los pueblos y el campo han engrandecido lo que me enseñaron mis padres: amar la vida campesina, sí; pero sobre todo, amar la hermosura del entorno en el que me nacieron y en el que yo sigo naciendo constantemente. Gracias a lo cual he conseguido ver realizado lo que nunca me atreví a soñar: que un libro mío fuese presentado en la Plaza Mayor de Salamanca y aquí, leer mis poemas”.

Y nos deja esta primicia escrita contra el cierzo antes de que empiece la tarde:

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Como adelantaba más arriba, en contraste con la famosa frase de Paco Umbral, –dijo- no quiero hablar de mi libro. Quiero hablarle a mi libro, enfatizó. Bien oiréis lo que allí dijo.

Te dejo libro mío con tus aciertos y con tu cerrones; te dejo en las manos de quienes a partir de este instante preciso, serán los que te sostengan, te acaricien y te quieran. Te dejo ese poder que tiene el arte de permanecer respetado en el sentimiento de las personas ajenas a su construcción; es decir, de quienes  han dejado su vida, sus sueños y su esfuerzo en realizar algo para que los demás lo disfruten. Ésa es la ensoñación que pervive en el la inspiración del artista y ese es, -quiero creerlo-, el destino definitivo y deseado que te ofrezco. Ha llegado el momento de que el autor-padre abra la mano para que el libro- pájaro vuele solo. Desde ahora tendrás que buscar tu propio espacio para demostrar tu valía”.

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Perdonen, amables  lectores, que me extienda en recuperar esta carta escrita a la vieja usanza. Precisamente ahora –aquí y ahora-  debo considerar cómo los sabios del futuro describirán esta histórica mañana. Algún día no muy lejano, los investigadores de sueños necesitarán un relato cercano y fidedigno. Y este notario de la actualidad, quiere dar fe del evento. Julián entiende que su libro no  podrá seguir siempre amparado por el anhelo de su  creador a pesar de que con orgullo,  éste creyó en su  bondad mientras soñaba.

Cuando un amigo se va

“Qué más quisiera yo libro mío – prosigue la misiva– que poder tenerte siempre en mis manos igual que siempre te tendré en mi corazón, en mis interiores más profundos, que es donde el amor de padre se perpetúa. ¿Habrá quién  no crea el amor tan intenso que uno siente por lo que escribe? Quienes tengan hijos lo saben muy bien. Sabes cómo se siente el alma cuando tienes que separarte de uno de ellos. Hay veces que los regalas, porque así tienes la sensación de que el alejamiento no es tan duro. Pero la separación, siempre, siempre es dolorosa”.

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Observo que el público sigue la pastoral de JMM, con suma atención. El autor de “Aldehuela y otras nostalgias”, prosigue:

Cuando leas un libro, igual que cuando te apartas un hijo, porque la vida o porque las circunstancias lo exigen, algo se muere en el alma como dice la canción. Y cuando se produce, cuando la separación efectiva, los ojos no pueden ver por qué una nube, siempre negra, enmaraña la distancia que no oculta el cariño, pero desvirtúa la razón.

 Tras un silencio respetuoso, sostuvo el discurso en la misma línea:

“Habrá quien diga: “hay que superarlo” Pues no. Nunca se puede superar.  Todos los libros y todos los hijos son únicos. Te dejo libro mío, cargado con todas las confidencias que no supe mejorar. Y te dejo, con la esperanza de una buena cosecha, pues buenos son, aunque sembrados a voleo, los granos de la sementera. En tu seno he dejado, tristes por el desamparo, creo, los dolorosos ecos de unos poemas desnudos, resecos por la intemperie de los duros momentos vividos. Y se afina  un poco la expresión en recuerdos y dedicatorias. No se evapora la tristura  pero si se suaviza, apoyada esta vez, en los momentos serenos de amistad gozosa. Y al llegar a ese “Amor en geometría”, se eleva  a sublime mi pobre vocabulario, no tanto pienso yo, en las palabras impresas como en lo que no se dice. Porque muchas veces las palabras están tan ocultas en nuestro yo, que no quieren salir a la luz por el temor a que cualquier brisa  pueda desvirtuar su cálida esencia.

Nuestro poeta termina la carta con estas veinte palabras, que lo resumen todo.

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Julián ofrece una justificación sencilla:

“Y acaso sea mejor así. Puede ser que diciendo poco, se entiendan mejor muchas cosas. Adiós pues, libro mío. El  mundo es (todavía)  un buen lugar. En él te dejo, y en él nos encontraremos. Tu  humilde autor. (Aplausos merecidos para los tres actores)

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Aquí y allá, como siempre a voleo, nuestros queridos pueblos se alzan implacables como dioses paisajísticos reclamando la fuerza, la potencia que les pertenece aunque al final, – y esto nos hace sufrir a muchos-, van quedando  solos como  zombies estéticos y mudos pero sin atisbos de reanimación ni siquiera por arte de brujería”

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Cuando salimos del recinto, faltaban unos minutos para que el reloj de la Plaza marcase las doce en punto. Luego, seguimos el ritual de la firma de libros. John, un inglés londinense se acercó hasta el stand y preguntó por el contenido. “Es el poeta más  grandes desde Willians Shakespeare, bromeé. Pero cuando le mostré el poemario del final, amor en geometría, enseguida comprendió que esa arquitectura de composición literaria era novedosa. Julián le  firmó un ejemplar y el británico reclamó foto con el autor. Y pagó, naturalmente. Cuando algún  hispanista se lo traduzca sorbo a sorbo,  comprenderá que ha realizado una gran inversión. La anécdota merecía ser contada.

Antonio, el gerente de  la Librería Rivas, que distribuye las obras completas de nuestro poeta del pueblo, me confirmaba que había sido el libro más vendido de la semana.

Si difícil es publicar poesía, es casi más difícil que la gente lea poemas de verdad. Si yo fuera el editor, garantizaría por contrato que si no le gusta al lector “Sembrados a Voleo” le devolvería los 9 euros que cuesta. No tiene precio sentir que “te ha sabido a barbecho la mañana” (Voleo, 32) Cuando el surco es tan largo, solo podemos soñar los horizontes.

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Celebremos este sétimo hijo literario de Julián que ha empezado a caminar con vida propia.  ¿A qué esperan los expertos para configurar la antología  de un poeta exquisito y auténtico?   Y, además, ¿para cuándo una biografía íntima y éxtima  que explique la historia de un hombre bueno?

Mientras llega el momento, disfrutemos de la cosecha sembrada más que a voleo, a manos llenas.

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Fotos: Antonio REGALADO y Prudencio CABALLERO

PS. Gracias a José Manuel Regalado –no somos familia, aclaro-, por dejar que triture tu prosa castellana y la reverdezca a mi manera. Pasaba por allí porque soy amigo desde la infancia de JMM. Aunque fui un prematuro desertor del arado, ha sido un privilegio JMR compartir contigo  el amor a nuestra tierra (aunque cruja de soledad) y a nuestra gente: Julián es ya nuestro punto de encuentro. Vale.

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